Sincronicidad, suerte y azar.

 

Los indios Naskapis del nordeste del Canadá



Los indios Naskapis viven en la inhóspita y helada región comprendida entre la bahía de Hudson y el mar del Labrador en agrupaciones de unos trescientos cazadores. Los primeros antropólogos que allí llegaron explicaron que estos indios a penas tenían un sistema social, político o religioso, que únicamente realizaban algunas ceremonias sencillas. La vida de estos indios se basaba en la caza. En lugar de riqueza material y el deseo de dominar la naturaleza, los Naskapis hacen frente a un desierto que debe alimentarles y mantenerles. Su supervivencia está basada en una cosmología que recalca la armonía del individuo dentro del mundo vivo de la naturaleza.

Manitu es la esencia de todas las cosas y vive en ellas, aproxima o acerca a los cazadores individuales, a los ritmos que les rodean. Cada especie animal, cada hombre e incluso cada invención y proceación tiene su propio Manitu. Por el contrario que el hombre occidental cada Naskapi no queda fuera de la naturaleza para manipularla sino que es un elemento en el patrón global de la naturleza. Los humanos y los animales están vinculados de tal modo que la caza sólo tiene lugar cuando el espíritu de la manada está de acuerdo en ello, el cazador y el cazado satisfacen así sus destinos recíprocamente.

El Gran Sueño es algo central en la vida de los Naskapi, en éste el cazador sale al camino, se encuentra con amigos y localiza manadas de caribúes. Después de experimentar tal sueño es normal que el cazadpr se despierte y empiece a tocar el tambor y cantar para amplificar el sueño, comunicarlo a los que le rodean y a los espíritus de los animales del bosque.

Además del Gran Sueño los Naskapis también realizan adivinaciones, siendo las más importante de ellas la que conlleva la consulta del oráculo del hueso; los animales son sagrados; consumen las hierbas de la naturaleza y por lo tanto este poder o Manitu también está presente en sus huesos que se pueden utilizar para revelar la zona propicia para la caza. Un cazador echa al fuego un hueso y después estudia los patrones de las resquebrajaduras y manchas oscuras que se forman en él, que se interpretan como canimos, lagos, manadas, cazadores y desconocidos. Los Naskapi creen que el espíritu del fuego también entra en el hueso, y que si el adivino tiene gran poder y está en armonía con los espíritus de los animales, el resultado de la adivinanza será exitoso.

La supervivencia del pueblo Naskapi depende de la capacidad de cada cazador de reconocer los patrones y cambios frecuentes de la naturaleza y de vivir en armonía con ellos. Es a través del oráculo del hueso y de los sueños que que el cazador es capaz de mantener contacto con el Manitu interior y, de este modo, reaccionar a patrones que se manifiestan en el mundo exterior como el tiempo, migraciones de caza, costumbres del oso y los viajes de otros cazadores. Pero no todos los cazadores tienen la misma capacidad de adivinación, sólo aquel que se comporte éticamente y respete a los animales y a sus compañeros se convertirá en un Gran Hombre.

La adivinación del oráculo del hueso no está limitada a los Naskapi de Labrador, los montañeses de la China actual, los indios Dog-Rib del norte del Canadá, los indios Chuckchi de Siberia y en muchas regiones subárticas se realizan oráculos semejantes.

Los Naskapis viven en un mundo de patrones significativos en que no existe ninguna distinción entre el mundo subjetivo del hombre y el mundo exterior objetivo. Manitu actúa en todas las cosas y causa los movimientos y corrientes del mundo natural que aparecen en los sueños. En el oráculo del hueso el Manitu del adivino se une con el Manitu del hueso y del fuego.

Cuando todo lo que ocurre forma parte de un sólo patrón universal y Manitu se puede encontrar interna y externamente estamos hablando de La Sincronicidad como patrón o como principio de conexión acausal de la realidad. Para un indio Naskapi basar el camino del conocimiento en la causalidad y dudar de si el oráculo del hueso realmente predice el futuro es una impertinencia.

 

Fuentes:

http://www.nueva-acropolis.es/barcelona/pagina.asp?art=871